“Sé que algunas personas están bien con mirar una pantalla todo el día, pero yo se que necesito el toque humano- para trabajar con la gente. Quiero ser una enfermera”, relato Sarah Talala, una de las 18 estudiantes de origen etíope que se les dio la oportunidad de tomar un curso que les permitió avanzar a los estudios pre- académicos en la Hebrew University y después en la escuela de enfermería en Hadassah- Hebrew University Henrietta Szold School of Nursing.
El programa piloto de Archoteynu, fundado por el Patricia Lapan Scholarship Fund, permite a estos estudiantes pasar por alto los exámenes psicométricos, que han demostrado ser una barrera para ellos. Sarah había anotado 29 puntos menos que el mínimo necesario para ser aceptado por la enfermería.
“No estaba segura de querer volver intentarlo” ella mencionó. “No es sólo el tiempo y el gran esfuerzo para repasar el material, sino una tensión emocional cuando no se logra”
La madre de Sarah está en un grupo de parientes etíopes en WhatsApp y alguien le mencionó el programa. Sarah recuerda: “Mi madre sabía que sería mi sueño hecho realidad”. Cuando Sarah se dio cuenta de que el plazo para presentar la solicitud ya había pasado, llamó al coordinador. “Le supliqué, diciéndole cuanto quería ser enfermera”, recuerda. “Le gusto mi actitud y me dejo entrar”.
Otro estudiante, Malka Abera, explica: “Se sabe que los estudiantes etíopes tienen puntuaciones más bajas, pero nadie esta seguro de por qué. Las matemáticas es más difícil que el SAT, pero todos aprobamos matemáticas en la secundaria. Algunos especulan que se puede predecir los resultados de los exámenes psicométricos en factor de cuántos años de educación los padres de alguien ha tenido, y si vivían en el centro o la periferia del país. Muchos de nuestros padres no asistieron a la escuela o solo fueron por pocos años”.
Los 18 estudiantes de Lepan en el programa aprobaron este curso inicial; Si también pasan los cursos pre-académicos en la Hebrew University, serán automáticamente admitidos a la Szold School of Nursing.
Inbal Hanania, de 24 años, se había ofrecido como voluntaria en hospitales con sus compañeros soldados mientras estaba en el ejercito. Ella se enteró sobre el programa Archoteynu en una página de Facebook que proporciona apoyo a los israelíes etíopes y estaba seguro de que quería participar. Su hermana había logrado una puntuación lo suficientemente alta como para entrar en la escuela de enfermería, pero la puntuación de Inbal quedo un poco bajo. “Quería seguir los pasos de mi hermana, y me dio en el corazón cuando no pude entrar. Entonces, de repente, hubo una oportunidad para mi”.
Tamar Anayo, de 24 años, hizo su servicio nacional como voluntaria en el Gastro Institute at Hadassah Hospital Ein Kerem. “Mi sueño era realmente ser médico”, dice. “Me inspiró mi tío, que es un técnico de MRI y sutilmente me influenció para entrar en un campo de la medicina- a pesar de que tenía miedo de los hospitales, pero ahora es todo lo contrario: sé cómo formar parte de un equipo y cómo llevarlo a cabo”.
El curso de cinco semanas superó sus expectativas. “me sorprendió la cantidad de calidez y empatía que recibimos de los profesores”, dice.
Menalosh Kassea, de 21 años, vino a Israel con su madre. Su padre, un maestro, se quedó atrás. Ella destaca: “Mi madre, que sólo tenía tres años de escolaridad, está orgullosa de que tendré la oportunidad que ella nunca tuvo. Yo también, soñaba con ser médico, pero cuando vi los numerosos requisitos, decidí que lo haría también en enfermería. He oído hablar del programa en un grupo de WhatsApp que tengo con amigos”.
Malka recuerda lo inspirada que fue el día en que pasó cuidando gente con la enfermera Julie Benevisti en el centro de trauma. “ella no es enfermera en un departamento”, explica, “sino que sigue a sus pacientes desde el centro de trauma a cualquier departamento que se traslada a su estancia en el hospital”. “Sé que es mucho tiempo para llegar a este punto», ella dice, “pero fue agradable ver lo que una enfermera puede hacer al final de sus estudios”.
Un día, Malka estaba tratando de llamar la atención de su maestra, pero su escritorio estaba rodeado por otros estudiantes. “Simplemente me quede allí y pensé que esperaría hasta el ultimo”, dice Malka. La maestra, sin embargo, la tomó a un lado y dijo que necesitaba una lección privada sobre “cómo hacer un lugar para mí en la mesa”. Malka notó que: “La mesa podía ser tanto literal como figurativa. No puedo esperar a que nadie lo haga por mi. Tengo que dar un paso adelante”.