Por Barbara Sofer:
Como Directora de Relaciones Públicas de Hadassah en Israel, la Organización Sionista de Mujeres de América, he escrito tantos artículos sobre la salud del corazón de las mujeres que sé que los ataques al corazón son difíciles de auto diagnosticar.
A veces, un ataque al corazón se siente como una indigestión.
No tengo dolor en el pecho. Tengo un dolor agudo y repentino entre mis omóplatos y no desaparecerá.
Si esto sucediera durante mis horas de trabajo, dejaría mi oficina en la planta baja del Hospital Hadassah Ein Kerem y tomaría el ascensor hasta el departamento de cardiología, solo para estar seguro. Encontraría un cardiólogo que me tranquilizaría.
Pero fue Shabat (el Sábado). Estaba en mi sinagoga, Shira Hadasha, felizmente escuchando una lectura armoniosa de la Torá. Este es uno de los momentos más relajados de mi semana.
Trato de que el dolor pare, pero no se iba. Espere a que pasara, como un calambre. Intento racionalizarlo, buscando una excusa para el dolor. Soy una abuela de dos dígitos y no es como si no hubiera tenido indigestión antes.
Lo único diferente en mi día fue una nueva marca de café instantáneo italiano. Y no me podía convencer de que el café haya causado este dolor.
Comencé a contar el tiempo que sentía el dolor. Veinticinco minutos pasaron. El dolor se fue irradiando hacia mi mandíbula. Pensé que no era una buena señal. Probablemente debía irme, pero no lo hice. Decido no pararme durante el resto del rezo. Y luego veo mi solución. La Dra. Yael Adler-Levy, una radióloga de Hadassah, está en la sinagoga. Le pido a la mujer sentada a mi derecha para vaya a pedirle ayuda para que venga a verme. Cuando ella se sienta y silenciosamente me pregunta qué me pasaba, de repente comencé a llorar. La Dra. Adler-Levy consulta con el Prof. Uzi Entebbe, un ginecólogo de Hadassah, en el lado de los hombres. Ellos me confirmaron lo que yo ya sabía. Debía ir a la sala de emergencias. Al igual que muchas mujeres, me siento muy avergonzada. Sé que la vergüenza y la negación son un problema de mujeres. ¿Cuántas veces he escrito sobre los ataques del corazón? Pero aún así me daba vergüenza. No podía creer que lo que estaba sucediendo.
El Kidush en la sinagoga (recepción después del servicio de oración) se estaba llevando acabo. Y no quería que todos me vean irme de esa forma.
La Dra. Adler-Levy me aseguró que la ambulancia me recogería en un lugar discreto al lado de la sinagoga. El médico de la ambulancia me examina y me da aspirinas. Tal vez porque me recogió en una sinagoga en Shabat, prometió llevarme al hospital más cercano. Pero yo sólo confió en Hadassah con su excelente departamento de cardiología.
Sonaban las sirenas mientras me llevaban a Hadassah Ein Kerem.
Me llevaron al Centro Judy y Sidney Swartz de Medicina de Emergencia, territorio familiar para mí, pero no como paciente. Los posibles ataques al corazón se toman en serio aquí, también para las mujeres. Me examinaron una, dos y tres veces. Tuve todo un Shabat de lleno de pruebas y observación.
Como dije, no fue un ataque al corazón, solo un dolor misterioso. La revelación es una subestimación. Aún así, tuve pruebas adicionales para descartar algunos posibles problemas. También una resolución para darle un poco más de prioridad a mi propia salud. ¿Historia familiar? Mi madre, sus tres hermanas y su hermano alcanzaron la vejez en una sólida salud física y mental. Una de las hermanas de mi madre, una fumadora empedernida, falleció a finales de los 80. Los otros llegaron a sus 90’s. Pero mi padre y sus seis hermanos murieron jóvenes. Mi padre murió a los 63 de un derrame cerebral y su hermano murió a los 61 años de un ataque al corazón.
Soy más como mi padre, pero espero tener los genes de longevidad de mi madre. Para descartar una fuga de aorta, una razón rara pero atemorizante para el dolor de espalda, se me aconsejó que tenga un Cat Scan de corazón. Lo cual realice la semana siguiente en la clínica de imágenes de Hadassah.
Afortunadamente, no hubo filtraciones. La imagen mostró alguna placa en una de mis arterias.
Aunque me dijeron que no me preocupara, no me gusta el término «esclerosis arterial». He estado comiendo comida mediterránea casi toda mi vida adulta y nado cinco veces a la semana. ¿Por qué mis arterias no serían perfectas?
El Centro Cardiovascular Linda Joy Pollin para Mujeres
Decidí visitar el Centro Cardiovascular para mujeres Linda Joy Pollin, que está ubicado a un ascensor de mi oficina, en el séptimo piso.
El Pollin Center promueve la salud cardiovascular en las mujeres en todos los niveles sociales, desde el personal hasta el nacional. Los más conocidos son los fascinantes programas de intervención comunitaria culturalmente apropiados que llevan la salud cardíaca a mujeres de alto riesgo. Las poblaciones objetivo para las intervenciones comunitarias incluyen las mujeres árabes, las mujeres ultraortodoxas, la comunidad de discapacitados (hombres y mujeres), las mujeres desfavorecidas y los empleados del hospital. El Pollin Center también está involucrado en la investigación trasnacional, la educación de proveedores de servicios de salud y un esfuerzo coordinado para desarrollar una campaña de concienciación e influenciar las políticas públicas.
He filmado el Pollin Center en acción en las escuelas de Jerusalén. Parte del objetivo del Centro es inculcar hábitos saludables para el corazón en la población de alto riesgo. Las mujeres árabes a menudo están expuestas al humo secundario y con frecuencia tienen sobrepeso. Casi la mitad de ellas tienen diabetes.
Las mujeres en el sector religioso judío extremo con familias numerosas frecuentemente descuidan su salud y también corren un alto riesgo. Es importante inculcar buenos hábitos de salud temprano.
El Pollin Center incluye una clínica cardiovascular multidisciplinaria para mujeres, con énfasis en el cambio de estilo de vida. Llame e hice una cita.
Despeja la mañana, me dijeron. El chequeo demoró cuatro horas y media. Y lleve zapatos cómodos.
Me recibió una enfermera que me dio una visión general de mi día, hice una encuesta y me preguntó si estaba dispuesta a participar en la investigación en curso. Y por supuesto que estaba de acuerdo.
Todos sabemos cuán importante es la investigación sobre la salud de la mujer y cómo, durante décadas, la investigación del corazón se realizó solo en los hombres. Todos sabemos qué grandes investigadores son los médicos y las enfermeras del Hospital Hadassah, donde se realiza la mitad de la investigación hospitalaria en Israel.
Entrenamiento en el Hospital
Un fisioterapeuta me sometió a una serie de pruebas para las cuales necesitaba zapatos de gimnasia.
No hay gimnasio ni sala de ejercicios clínicos aquí, un recordatorio de por qué tenemos que renovar el edificio de 1962 que fue nuevo el año en que los Beatles lanzaron su primer single y John Kennedy fue presidente. Me mira mientras camino más rápido por los corredores de las clínicas de neurología, casi literalmente corriendo hacia nuestros neurólogos mundialmente famosos. En la oficina de un fisioterapeuta, tengo que levantarme de una posición sentada tantas veces como pueda. ¿Qué tan firme es mi agarre?
Luego, el dietista repasaba cada bocado que comía durante una semana normal.
Resulta que podría pensar que estoy haciendo la dieta mediterránea. El psicólogo me hablaba sobre mi vida y posible estrés. La Dra. Donna Zfat-Zwas, Directora del Pollin Center, me hace un examen completo y revisa mis registros médicos con gran cuidado, señalando algunos análisis de sangre que de alguna manera me he perdido. Recibo un buen informe, pero de hecho hay numerosas sugerencias, entre ellas ajustar mi alimentación, mis medicamentos y mi rutina de ejercicios.
Me inscribí para el entrenamiento de resistencia y estoy tratando de reducir el estrés lo cual resulta muy complicado, pero lo estoy intentando.
Afortunadamente, no fue un ataque al corazón. Me gusta pensar en ese dolor de Shabat como una llamada de atención para tomar mi salud en serio. Pensé que estaba bastante bien, pero aprendí que puedo hacerlo mejor. ¿Puedes? Es el Mes del Corazón de la Mujer. Me encanta usar rojo, pero eso es solo un comienzo.
No fue un ataque al corazón, pero ¿cómo pude haberlo sabido?
La respuesta es: no pude haberlo hecho. Ir a la sala de emergencias era exactamente lo que tenía que hacer. Más vale prevenir que curar.
Desde Jerusalén, un mes feliz y saludable para todos.