Mientras descansaba después de haber apoyado a la Fuerza de Defensa de Israel (FDI) en Gaza, el Dr. David Rekhtman, Director de la Sala de Emergencia Pediátrica en el Hospital Hadassah de Monte Scopus, visitó a varios soldados heridos de su unidad. Este fue su primer día en el trabajo después de haber servido como reserva por tres semanas.
Cada paso que daba, el Dr. Rekhtman era detenido por sus colegas, quienes lo recibían con un gran abrazo y le decían: “Estamos muy contentos de tenerte de regreso”. Posteriormente recibe un informe: Un niño fue enviado a casa después de haber sido tratado por haber tomado queroseno, otro tenía fiebre y otro necesitaba una tomografía. Uno de los residentes necesitaba su opinión acerca de un bebé palestino que estaba teniendo convulsiones. El Dr. Rekhtman quería revisar la circunferencia de la cabeza del bebé, pero se acordó que su cinta métrica estaba todavía en su kit de emergencia que llevó a Gaza, por lo que uno de los residentes le pasa una. El pequeño necesita más revisiones y quiere que un neurólogo lo vea.
¿Se siente raro atender a un niño palestino después de cuidar a sus propios soldados en Gaza? “No, en lo absoluto”, dijo el Dr. Rekhtman. “Veo a una persona enferma frente a mí y utilizo todos mis recursos para ayudarlo; esa parte es sencilla”.
El Dr. Rekhtman de 39 años nació en Ekaterimburgo, la cuarta ciudad más grande en Rusia (actualmente conocida como Sverdlovsk) ahí estudió medicina en la Academia de Medicina. Vivió de cerca el antisemitismo y posteriormente realizó un viaje a Israel. Al visitar el museo del Holocausto, Yad Vashem, sintió una fuerte conexión con el pueblo judío y decidió hacer aliyah.
El Dr. Rekhtman terminó su residencia en pediatría en el Hospital Hadassah y sirvió en las Fuerzas de Defensa de Israel. Está casado con una enfermera de Hadassah, Yifat Rozental Rekhtman, quien tiene su título de licenciatura y maestría de Hadassah, y funge como coordinadora de cirugía de corazón para niños en el Hospital Hadassah de Ein Kerem.
El Dr. Rekhtman comentó: “Formé parte de la segunda guerra con Líbano como un médico de las Fuerzas de Defensa de Israel. Esta vez me sentí más seguro al cruzar la frontera junto con las tropas; puede ser porque el ejército nos quitó los celulares y así únicamente nos enfocábamos en la misión. La parte más difícil del día es la espera e incertidumbre de no saber qué va a pasar. Cuando estamos en batalla, sé lo que debo hacer”. Su batallón se encargaba de participar en la batalla para que los ingenieros de combate pudieran entrar al área, destruir los túneles y desarmar las minas.
Cuando le preguntamos si había visto a niños heridos y lastimados como los que atiende en la sala de emergencia de Hadassah, él contestó: “A pesar de lo que se escucha en los medios, las áreas en las que peleamos estaban desprovistas de civiles. Nunca vi a un niño enfermo o herido mientras estaba ahí”.
¿Cómo te diferencia esta experiencia de soldado en combate, de los colegas que conoces en conferencias de fuera?
“Eres pediatra como todos tus colegas, pero servir al frente te da la oportunidad de tomar y vivir decisiones rápidas y atrevidas. Generas un fuerte sentido de apreciación por la vida. Debes lidiar con la muerte de una manera mucho más intensa de lo que la vives en el hospital; esa experiencia la traes de regreso contigo, ya sea que estés haciendo investigaciones o atendiendo pacientes”.
El Dr. Rekhtman está orgulloso de servir a su país y siente que los miembros de su unidad son sus hijos. No obstante, estaba muy contento de poder pasar Shabbat con su esposa y sus dos hijos antes de tener que regresar al trabajo. “Estaba preocupada todo el tiempo; no fue fácil para mí ni para mis hijos. Mi niño de seis años, mi hija de cuatro y yo estábamos felices de tenerlo en casa”, dijo la señora Rekhtman.