Todos decían que debía abortar, pero los expertos de Hadassah supieron mejor.
Salvando a un bebé precioso
Deborah Blachor.
Una nueva vida es un milagro, pero a veces el milagro es inconfundible. Seis meses después del nacimiento de su hijo, Tamar (Tami) y Yehuda Dror siguen sin creer que tienen a un bebé sano. Pero saben perfectamente a quién agradecer.
La historia comenzó durante la diecisieteava semana de embarazo de Tami. Ella y Yehuda estaban en un ultrasonido de rutina cuando escucharon la primera mala noticia. Su ginecólogo les dijo que el bebé tenía un defecto en el corazón y los refirió con un cardiólogo pediatra. Después de examinar el corazón del feto, el cardiólogo les dio el terrible diagnóstico. El defecto es serio, dijo él. Si el bebé nace va a ser imposible tratarlo, por lo que les sugirieron abortar.
“Estábamos devastados”, dijo Tami. “Habíamos estado tratando de tener un bebé por dos años y medio. Pero él dijo que iba a ser muy difícil tratar a un bebé con esa condición. No dejó lugar a duda, nos recomendó abortar”.
El cardiólogo dijo que el bebé tenía un agujero en su corazón, una condición común y tratable, pero la complicación era la ausencia de las arterias pulmonares. Después de escuchar la misma opinión de otros dos profesionales, Tami y Yehuda se dieron por vencidos con su bebé. La pareja religiosa, quienes viven en el Kibutz Sa´ad en el sur de Israel, comenzaron a investigar dónde y cómo podían inducir un aborto.
Durante este tiempo oscuro, la pareja consultó a sus amigos y Rabino para que les den apoyo. Tanto sus amigos como el Rabino y su ginecólogo les dijeron que buscarán otra opinión. Los tres los refirieron al departamento de cardiología pediátrica en el Hospital Hadassah, con el Prof. Azaria Rein.
«Sacamos una cita”, dijo Tami. “Mal que bien con esto sabríamos que hicimos todo lo posible y a lo mejor nos sentiríamos mejor con lo que estábamos por hacer”.
Después de una larga revisión, el Prof. Rein le dijo a Tami y Yehuda que él no estaba de acuerdo con los diagnósticos anteriores. Les dijo que el defecto era tratable y les sugirió que continuaran con el embarazo.
“He visto enfermedades cardíacas que se pueden reparar por completo después de dar a luz. Les enseñé lo que tendríamos que hacer”, dijo él.
La pareja estaba sorprendida. Después de haber escuchado un diagnóstico opuesto por más de una vez, no sabían si debían creerle o no. Les habían dicho que si el bebé sobrevivía, sufriría mucho. No querían traer a una criatura que sufriera al mundo, pero tampoco querían darse por vencidos.
El Prof. Rein les ofreció monitorear el desarrollo del bebé y mostrarles cómo se iba desarrollando el feto. Así que Tami y Yehuda venían cada semana a Jerusalén para realizar el ultrasonido y vieron cómo el feto desarrolló las arterias pulmonares, cosa que los otros médicos les dijeron que nunca iba a suceder.
Después del tercer ultrasonido de seguimiento, Tami y Yehuda se olvidaron del diagnóstico inicial y comenzaron a creer en lo que el Prof. Rein les ofreció. Continuaron con el embarazo y el corazón del bebé siguió desarrollándose tal y como predijo el Prof. Rein. Sí, tenía un defecto congénito, una condición rara conocido como Tetralogía de Fallot, pero era tratable con cirugía correctiva.
A las 32 semanas, Tami dio a luz; el bebé peso 2 kilogramos y fue admitido a la Unidad Neonatal de Cuidados Intensivos y lo pusieron en un respirador. Su condición mejoró y la pareja se preparo para llevarlo a casa, les dijeron que la cirugía correctiva se la harían después, pero justo antes de que lo dieran de alta, el bebé tuvo otra complicación: los niveles de oxigeno en su sangre se bajaron a un nivel peligroso.
“Generalmente un bebé con esta condición se somete a dos cirugías”, dijo el Dr. Eldad Erez, Director de Cirugía Cardiopatía Congénita del Departamento de Cirugía Cardiotorácica. “En la primera se inserta un shunt de Blalock-Taussig y posteriormente después de tres o seis meses, se hace otra cirugía para reparar el defecto.
Pero el Dr. Erez tuvo una postura distinta. “En mi experiencia, el riesgo es menor con una sola cirugía. Una segunda cirugía puede tener riesgos de daño cerebral o incluso muerte”. El Dr. Erez decidió realizar el procedimiento correctivo en el bebé con tres semanas de nacido.
Tami recuerda como su bebé estuvo en una cirugía de cinco horas. La pareja estaba sentada afuera de la sala de operaciones rezando. “El personal fue increíble; nos llamaban cada hora para explicarnos que le habían hecho y qué iba a pasar después”, dijo ella.
El bebé salió bien de la cirugía el procedimiento fue exitoso. El defecto del corazón se reparó por completo. Dos semanas después, Tami y Yehuda finalmente se llevaron al bebé a su casa. Lo llamaron Hallel, el nombre de la plegaria en el día de gracias de las festividades judías. La palabra significa “Alabar”.
“La experiencia fue muy difícil, pero el personal de Hadassah fue excepcional. Todos, las señoras, doctores y enfermeras nos trataron con bondad y compasión durante todo el tiempo. El tratamiento que recibimos fue excepcional. Todo fue increíble”.
La pareja regresó a casa poco antes de la guerra en Gaza y después tuvieron que lidiar con los misiles que se lanzaban al sur de Israel, donde se encuentra su Kibbutz. Pero desde entonces se establecieron y regresaron a su rutina normal con un bebé sano. “Estamos muy felices, no hay palabras para describirlo”, dijo Tami.